¿Quién fue Zuhayr bin Abī Sūlmā?

Es difícil componer la biografía de Zuhayr bin Abi Sulma Rabi`a porque, a pesar de su fama y la celebridad de su poesía, no disponemos de información fiable sobre él; buena parte de lo que sabemos procede de referencias y noticias extraídas de sus obras y, en particular, de la mu`allaqa. Algunas fuentes sostienen que murió a los 97 años, mientras que otras rebajan su edad a los ochenta y pico. En un verso él mismo reconoce haber llegado a los ochenta (“y quien vive ochenta años a fe mía que ha de sentirse agotado”), si bien conocemos por el contexto de la época preislámica que la expresión “ochenta años” pone énfasis en que la persona en cuestión “tiene muchos años”, sin necesidad de que se trate de alguien octogenario. Se estima que debió de fallecer entre el 615 y el 630. Asimismo, consta que provenía de una familia de poetas. Su padre, Rabi`a, lo fue; y el tío de este, Bashama ben al-Ghadir, de quien aprendería el arte de la métrica y las técnicas de memorización propias de los rawi, recitadores de las composiciones de allegados y conocidos y, en ocasiones, poetas ellos mismos. También fueron excelsas poetas sus hermanastras, Sulma y, en especial, al-Jansaa. Bashama, según apuntan algunos, inculcó en Zuhayr el afán de establecer una relación de concordia duradera entre las tribus rivales con la que poner fin a las guerras. Este espíritu de reconciliación está presente en la mu`llaqa, como resulta sencillo de comprobar. Con posterioridad, se convirtió en rawi de Aws ben Hayar, con quien su madre, Umm `Amru, había contraído matrimonio. Aws era considerado el referente literario de la gran confederación tribal de los Mudar, a la que pertenecía la tribu de los Ghatafán, en una de cuyas facciones se crió nuestro poeta.

Zuhayr nació en la región de Nachd, al sureste de la actual Arabia Saudí, entre los años 530 y 540, según algunas estimaciones. Casó con Umm Awfà, célebre por aparecer en el primer verso de la mu`allaqa, a la que repudió, sin embargo, por no haberle aportado descendencia. Sí la tendría con Kabsha, que le dio varios hijos. Entre ellos, dos poetas, Ka`b ben Zuhayr, reputado por la casida dedicada al profeta Muhammad, y Yubayr. Ambos tuvieron hijos y nietos que se dedicaron, también, a la poesía. Un momento determinante en la vida de nuestro autor, y de su obra literaria, tiene lugar cuando entra en contacto con Haram ben Sanán, un respetado líder tribal a quien Zuhayr alaba en la mu`allaqa por haber conseguido poner fin a la cruenta rivalidad entre los Abs y Dhubyán, pertenecientes ambos a los Ghatafán. Los dos clanes llevaban décadas guerreando en el fragor de “la disputa de los cuarenta años”, “la pendencia de la carrera de caballos” o, simplemente, “la guerra de Dáhis y Gabraa”, nombre de las yeguas que participaron en una competición en la que ambas partes se acusaron de haber hecho trampas. Haram y otro sayyid o “noble” tribal, al-Harath ben Awf, hiceron de intermediarios entre los contendientes y pagaron parte de las indemnizaciones estipuladas para solventar este tipo de divergencias. Precisamente, la relación de Zuhayr con Haram tendría un efecto determinante en el contexto literario de la época al consagrar la figura del poeta “profesional” que consigue unos ingresos notables gracias a las composiciones de loa a favor de personajes relevantes. Para algunos comentaristas, Zuhayr aparece como el gran poeta de la Yahiliyya o época preislámica gracias a su destreza en el panegírico o piezas consagradas a resaltar la figura de personajes notables. Zuhayr, al contrario que numerosos poetas que le secundarían en esta relación provechosa con prohombres coetáneos, solía ser sincero en sus alabanzas (“nunca alabó a nadie que no lo mereciera”, solían decir sobre él). Los historiadores y comentaristas árabes clásicos han relatado varias anécdotas sobre la fecunda amistad establecida entre el poeta y Haram. El segundo califa tras la muerte del Profeta Muhammad, Omar ben al-Jattab, pidió a uno de los hijos de aquel que le recitase alguna de las composiciones que Zuhayr compuso en honor a Haram. Omar, a decir de las fuentes clásicas, tenía en gran estima a Zuhayr, a quien consideraba el mejor de los vates preislámicos. Cuando el califa encomió los versos y el hijo vino a responder que “sí; y mejor se lo pagamos”, añadió: “Aquellos bienes que le concedisteis ya no existen; sin embargo, la riqueza que él os dio con estas palabras prevalecerá”.

Junto con su innegable maestría en el panegírico, Zuhayr destacó por una clara tendencia a la racionalidad y el sentido común, lejos del ímpetu pasional característico de otros autores de la Yahiliyya. También ganó notoriedad con su defensa de lo que podríamos denominar “pacifismo tribal”. Mientras que otros poetas llegaron a hacerse conocidos por la descripción de las escenas de guerra, caso de `Antara ben Shaddad y Tarafa ben `Abd en sus mu`allaqas o los sa`alik (“poetas bandoleros”) al-Shanfara y Ta`abbat Sharran, Zuhayr rehuía este tipo de asuntos o descalificaba de forma expresa el enfrentamiento armado como vía de resolución de conflictos. En su diván y especialmente en la mu`allaqa abundan las referencias a esta actitud crítica, como cuando dice en esta última que “la guerra es lo que conocéis, habéis probado y os han contado”, esto es, nada tiene de legendario ni magnífico y sí de destrucción y dolor. Por ello, sus versos tienen cierto matiz moralizante en tanto en cuanto abogan por los valores más sociales y “humanos” de los códigos de honor tribales. Al fin y la cabo, Zuhayr no dejaba de ser un representante prototípico de su ámbito social, apegado, eso sí, las consignas más solidarias y universales. La sucesión de aforismos o sentencias (hikam) que jalonan la última parte de la mu`allaqa, incluidas sus invectivas contra las guerras, lo ha convertido en referencia de la poesía gnómica o sapiencial, que habría de llegar a su cumbre con el egregio al-Mutanabbi tres siglos más tarde. El interés de Zuhayr por este tipo de asuntos “éticos”, o la creencia que se vislumbra en su obra en un más allá y una divinidad única –cosa que no se ve en el resto de odas preislámicas-, llevó a algunos orientalistas a presuponer, sin pruebas determinantes, su pertenencia o cercanía a las comunidades cristianas de la península arábiga anterior a la venida del islam. La serenidad y equilibrio que se ponderan en sus poemas se deben en gran medida a la meticulosidad con la que componía y fijaba los poemas. Se le conoce como el poeta de al-hawliyyat o poemas que tardaba un año entero en acabar, desde que comenzaba a pensar en ellos, recitarlos a sus conocidos para que le dieran su opinión y, por último, desbastarlos. Esto no significa que las palabras y construcciones elegidas no fueran sencillas, ya que, por lo general, los versos de Zuhayr resultaban accesibles a sus coetáneos. Sí, quizás, porque el mensaje persiguiera unos objetivos diferentes al común de las composiciones de su tiempo.

Podéis consultar la bibliografía de la que hemos hecho uso para escribir la biografía de Zuhayr, además de muchas otras fuentes, aquí.

Alba Bravo Zabalza
Ignacio Gutiérrez de Terán




Comentarios

  1. هذه المدونة رائعة جدا، ما شاء الله، مبروك

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